Se trata por un lado de un trabajo a nivel de tejido conectivo donde liberar una gran cantidad de tensión y crispación acumulada, y por otro el trabajo sobre el Hara, apertura a la fuerza vital propia, para un enraizamiento seguro interno.

Hay una parte donde las asanas-posturas son mantenidas durante un período de tiempo largo entre 3-5 min generalmente para poder acceder a ese tejido que envuelve todo nuestro cuerpo. Y otra de práctica de apertura al Hara donde enraizarnos en la profundidad de nuestro cuenco pélvico y de nuestra respiración, lugar de fuerza y serenidad internas.

El trabajo se realiza mayormente sobre el suelo dejando que la gravedad y el sostén de la tierra hagan el trabajo principal. Y de pie, habitando nuestra completa verticalidad y el estar en la Vida.

Aquí la clave es aprender a dejarse soltar por completo, y enraizarse profundamente. Un trabajo que aunque aparentemente sencillo requiere de entrega. Nos conecta con el aprender a confiar y a ser sostenidas por la vida.  Conectando con el ritmo básico de la respiración y la vida.