Hola, me presento, soy Nuria, y te cuento un poquito más sobre este camino en el que estoy: mi dedicación a este trabajo nace de mi propia trayectoria existencial.

Atravesé momentos profundos de crisis y sufrimiento de manera recurrente a lo largo de mi vida. A los 30 comencé a hacerme preguntas profundas sobre la existencia, y el sentido de la vida, lo que me llevó a tomar una decisión drástica en un momento determinado, donde decidí dejarlo todo y cogerme un año sabático. Lo que yo no sabía, era que ese año sabático iba a ser el inicio de una forma de vida completamente diferente, puesto que esa búsqueda personal que inicié se convertiría en acompañamiento para otras personas.

Llena de interrogantes sobre el sentido de la vida y la naturaleza del ser, comencé a indagar en el misterio del ser humano, la vida y la existencia. Empecé a formarme. Retiros, enseñanzas, formaciones durante largos años. Esto me llevó a reconectar con una fuerza interior que ni siquiera sabía que tenía. A lo largo de este proceso, descubrí la importancia de escucharme y confiar en mi intuición, y en lo que estaba aconteciendo tal y como estaba siendo, con todas las idas y venidas.

Para mi sorpresa, ya al primer mes de ese año sabático, me surgen las primeras propuestas de acompañamiento, sin buscarlo, y con muchas dudas, puesto que no era algo que tenía planeado, pero me dejé guiar por lo que estaba sucediendo. Ya abierta por completo a esta vía unos años después, me queda claro el Camino a seguir.

En mis encuentros y retiros, el valor del encuentro humano y la presencia consciente son fundamentales, también el silencio. No hablo de estar en «el aquí y ahora» de forma abstracta, sino de estar plenamente atentas a lo que realmente estamos viviendo y experimentando en este momento. Esa capacidad de prestar atención, de mirar a las demás y a una misma con amabilidad, puede generar y genera cambios profundos. Ver cómo las personas transforman su mirada, cómo comienzan a verse y cómo florece un agradecimiento sincero para con la vida en ellas, es algo que me conmueve profundamente.

Ser completamente humanas y ver de manera honesta y suave todos los anhelos, deseos, apegos y rechazos que nos conforman, es necesario para enraizarnos en la vida, fundamental para poder ahondar hacia otros lugares de la existencia más amables y con sentido.

Al caminar juntas en este proceso, no solo buscamos respuestas, sino que también cultivamos una actitud de apertura hacia lo que somos y hacia las demás. Mi intención es que, en cada sesión, cada persona pueda escuchar su propia voz interna, dejarse guiar por lo más profundo, y encontrar su propio ritmo, equilibrio, serenidad y verdad. Creo que la verdadera transformación ocurre cuando nos volvemos a lo más esencial y nos permitimos ser tal como somos, sin adornos ni expectativas.

Los encuentros que ofrezco, ya sea en formato de retiro, sesiones individuales o grupales, son espacios de pausa, donde podemos despejar lo que no es necesario y conectar con lo que de verdad importa. No es una cuestión de sanar, sino de redescubrir la fuerza y la claridad que cada una de nosotras llevamos dentro. En estos espacios de calma y atención sincera, las personas encuentran la posibilidad de reconectar con una vida más plena y auténtica, algo que yo misma experimento y que me impulsa a compartir este camino con las demás. Por que cuando caminamos juntas por la vía de la serenidad y el encuentro real y amable todo resulta más sencillo.